Los Doctores


Allá por el segundo tercio del siglo pasado, vivía tranquilo y en paz el doctor Juan de la Rosa y Serrano, pero por mala suerte al poco tiempo se vino a vivir a esta ciudad y en la misma calle, Sabino Mendoza y Cervantes quien era un supuesto médico, es decir, un verdadero charlatán; lo malo es que estas personas tenían un parecido tal, que los vecinos del barrio de Santo Domingo los creían la misma persona.


Ambos eran calvos, "cascorvos, un tanto encorvados, su nariz aguileña y los lentes con cadenilla aprisionaban" sus orejas; el parecido de estos dos personajes fue terrible para los enfermos y para ellos mismos, don Sabino adquirió mucha faena tanto en la gente pobre como rica, fama que tuvo por las palabras que usaba en sus recetas: "Aqua destilata", "agalina deshuesata", etc. Terminología que él habían inventado para disfrazar su ignorancia.
Como los dos médicos vivían en la misma cuadra de la calle de Catedral (hoy Av. Alcalde) y la ocurrencia de Sabino Mendoza de recibir a cualquier hora a sus clientes, era muy común que los familiares de algún enfermo se equivocaran de casa y tocaran en la morada del doctor Juan de la Rosa; ¡imagíneselo!, tener que salir de la cama muy enojado, ponerse sus pantunflas, ir a la ventana y dar las señas del hogar de su colega. Ya cansado el doctor de la Rosa de que lo despertaran frecuentemente por las noches, mandó colocar una gran tabla pintada de negro y con letras blancas afuera de su casa, el aviso en verso decía:

"Aquí no vive Mendoza
ni tampoco Cervantes;
vive aquí Juan de la Rosa
sin chupa, ni pipa y guantes".


Al darse cuenta Mendoza de ese insulto, mandó pintar en la puerta de su hogar:

"Aquí sí vive Mendoza
el médico más galante,
que asusta a Juan de la Rosa
el médico más chocante".


Ya imaginarán el relajo que se armó, De la Rosa llevó el asunto a los tribunales, pero no aceptaron su demanda porque según decían, eran puros celos profesionales.


 


 
Mapa del sitio

© Copyright 2004, todos los derechos reservados