Historia del teatro en Guadalajara



Los inicios del teatro en Guadalajara así como en México fue por la evangelización. Como los misioneros no sabían la lengua indígena y era necesaria la comunicación para la conversación, decidieron comunicarse por medio de la representación como el mejor acto de propagar la fe cristiana.

Inicialmente utilizaron la mímica y posteriormente ya con diálogos hablados. En el siglo XVII, el teatro en la ciudad continuó con su carácter religioso en las primeras décadas con motivo de las fiestas eclesiásticas y como forma de difundir la fe, comenzaron a representarse comedias, entremeses y pantomimas relativas a los pasajes bíblicos, mitológicos, costumbres populares y sucesos históricos, con la intención de dejar a los indígenas la postura de dominio de los españoles.
Es las festividades de Corpus Christi en 1623, varios regidores de la ciudad hicieron trámites ante el Ayuntamiento para que se autorizara la presentación de una compañía de actores, pero no consiguieron su objetivo; quince años después en 1638, se da la primera representación teatral hecha por profesionales. Los libros capitulares de Guadalajara nos dicen que el ocho de mayo de 1638, se erogaron doscientos pesos en reales para cubrir los gastos para las comedias que habrían que efectuarse.

Hay que hacer notar que las actividades teatrales no contaron con un local adecuado por espacio de siglo y medio, las obras se representaban en algún corralón o mesón donde se levantaba provisionalmente el "Coliseo"; aquí se llevaban al cabo las representaciones al aire libre o bajo techos improvisados con ramas, zacate o mantas.
Los mesones más frecuentados por los aficionados al teatro fueron: La Tadea, San Antonio (ubicado en el barrio de S. Juan de Dios); La Unión o San Felipe (entre Reforma y Mezquitán) y, el Rincón del Diablo qué existió en la calle de Ogazón.

A mediados del siglo XVIII, el teatro ya tenía un buen número de actores aficionados y un público, en 1788 el Ayuntamiento decidió construir un edificio donde se pudieran representar continuamente representaciones dramáticas; así que el regidor Antonio Colazo Feijo junto con Carlos Gamboa, quien era autor de comedias y director de la compañía teatral que actuaba en esta ciudad, buscaron el terreno para edificar lo que sería el "Coliseo de la comedia". Este coliseo se instaló en un terreno situado en la calle cerrada de Santo Tomás (hoy Galeana y López Cotilla), era un jacalón hecho con base de adobe, teja y madera, aquí fueron escenificados con licencia eclesiástica, comedias, tragedias, entremeses y sainetes, entre los que se encuentran "La Conquista de México" de Eusebio Vela, "Los españoles en Chile" y "Los empeños en un engaño" de Lope de Vega; "La vida es sueño" de Calderón de la Barca, así como otras obras anónimas.

En esa época apareció el primer reglamento de teatro, el cual era una copia del expedido para los "corralones" en Madrid; este reglamento prohibía entre otras cosas, que hombres y, mujeres entraran juntos, sin que existiera disculpa alguna, aún así fueran esposos, hermanos o parientes, es por eso que tenía entradas separadas.
Ante la entrada de las mujeres no les era permitido a los hombres detenerse, tampoco se autorizaba que se repitieran tonadillas, bailes, ni cualquier otro número aunque el público así lo pidiera, mucho menos se permitía que hubiera bailes y entremeses indecorosos, indecentes, provocativos y obscenos.
A los vendedores de dulces o aguas se les permitía la entrada después de demostrar ante el regidor correspondiente que eran personas de buena moral ante el cura o párroco presentaban un examen de catecismo. A pesar de todos estos obstáculos, el Coliseo fue todo un éxito.

A principios del siglo XIX, el teatro decayó a pesar de que aportó algunas novedades en escena como el costumbrismo y la introducción de dramas musicales como óperas y zarzuelas; con un ambiente de trifulcas y golpes de estado, el teatro era considerado como "fenómeno social público de la cátedra y del periodismo y tan aleccionador como el libro". Durante los últimos años del siglo XIX hubo muchos dramaturgos, pero la mayoría sin calidad, quienes poco a poco abandonaron la ruta romántica para cruzar en los caminos del naturalismo, así que el teatro de esta época se dividió en histórico, didáctico, costumbrista, moralizante, regional y rústico.

Ahora, refiriéndonos a los escenarios, cuando inició la Independencia se suspendieron las representaciones teatrales en la ciudad ; se reanudaron por sólo unos pocos días en 1814, cuando el Coliseo de la Comedia presentó una comedia de baile de filipinos y panameños, quienes destruyeron parte del edificio. El gobernador, general José de la Cruz mandó que se reparara el edificio, pero se suspendió la orden porque los fondos dedicados a este fin, tuvieron que utilizarse en la reparación de la muralla que circundaba la ciudad para protegerla de los ataques insurgentes.

Al paso del tiempo se reparó el Coliseo y se reanudaron las presentaciones, al consumarse la Independencia ahí mismo se celebraron por varios días las fiestas conmemorativas.
El Coliseo de la Comedia fue durante casi un siglo, el único local destinado a las representaciones teatrales, pero en 1814 se construyó otro jacalón de adobe y madera techado con zacate, y sirvió también de Coliseo, las localidades eran "bancas, palcos y cazuelas" y el alumbrado era por medio de mecheros de aceite de coquillo. En este nuevo jacalón fue donde posteriormente José Francisco Zumelzu levantó el Teatro Principal (hoy hotel Génova), este teatro al paso del tiempo cobró mucha fama y era muy frecuentado por lo más selecto de la sociedad tapatía.

Basilio Mora refiriéndose a la construcción de los coliseos nos dice que: "Del año de 1832 al de 1836 se levantaron gran cantidad de teatros improvisados, para representar pastorelas, coloquios. comedias, dramas, entremeses, sainetes así como bailes zarzuelas, títeres, actos de prestidigitación, panoramas y otros espectáculos similares".
Así fue como surgieron el Teatro Carnaval situado a dos cuadras al oriente del templo de San Agustín y una antes de la Calzada Independencia; José Paguía, dueño de este teatro puso por vez primera en Guadalajara la obra de Zorrilla, "Don Juan Tenorio".

Después apareció el Teatro Apolo también conocido como "de las pastorelas", ya que por muchos años se representaron obras de este género, ahora el edificio Apolo lo ocupa el cine Cuauhtémoc; se instaló otro teatro en el barrio de las Nueve Esquinas, llamado Teatro del Tanque o de la Primavera, en este lugar estuvo hace poco la terminal de los autobuses a Cocula.
El Teatro Tívoli (Colón entre López Cotilla y Madero), hubo otro con el mismo nombre que apareció en los 30's de este siglo (hoy cine Avenida); el Teatro de la Unión en la calle de Juan Manuel a dos cuadras del templo de San Felipe, el Teatro del Recreo estaba junto al templo del Pilar, el Teatro de la zarzuela instalado cerca del templo de Santa María de Gracia y otro más, fue el Teatro de la Sociedad Artística de Aficionados (SADA), acondicionado en la planta baja del edificio Mosler en la avenida 16 de Septiembre.

La temporada teatral comenzaba el primero de septiembre y concluía el martes de carnaval, hubo una costumbre que se prolongó hasta la época de la revolución constitucionalista, de que, antes de comenzar la función, salía el "convite" por las calles de la ciudad, con música y carteles con los nombres de la primera actriz, primer actor y, el título de la obra que se presentaba ese día.

El Ayuntamiento de la ciudad expidió en marzo de 1839 un reglamento provisional de teatros, basado en buena parte en el expedido ocho años atrás por el Gobierno general para normar las actividades teatrales de la ciudad de México, dicho reglamento incluyó siete artículos:
  • Art. 5o.- En el acto de la presentación, y con particularidad en la de los entremeses, sainetes, bailes y tonadillas, pondrán los actores el mayor cuidado en las acciones y palabras que exige el respeto debido al público, evitando toda indecencia y provocación que pueda causar ni aún el menor escándalo, con especialidad en los bailes que se conocen con el nombre de sonecitos del país y que siendo en efecto característicos de él es conveniente no privar al público de los que le son propios y a los que está acostumbrado. Bajo el precio indispensable supuesto de que han de reducirse a aquellos en que tenga lugar la decencia; en la inteligencia de que los músicos de bandolón, con que se acompañan comúnmente estos bailes, no se presentarán como hasta ahora al público, y si se colocarán entre los bastidores, entendidos los actores de que el que cometa algún desorden de poco pudor o desvergüenza se le castigará conforme a su falta y como lo estime conveniente el Juez que presida la función.
  • Art. 6o.- Los actores y actrices se vestirán de su cuenta presentándose con las ropas decorosamente arregladas y con el decoro y propiedad que exige estar a la vista del público, evitando el ofender su delicadeza y respeto, y el director de la función celará sobre el cumplimiento de este articulo.
  • Art. 8o.- Se prohibe con ningún pretexto, cuando los actores estén en escena, hablen o hagan señas a persona alguna de las que concurran al espectáculo, a excepción de los casos en que corresponda hacerlo, según la escena que se esté representando.
  • Art. 10.- Ningún actor o actriz en los tres ramos, se pondrán entre bastidores de modo que pueda ser visto por el concurso antes de tiempo, pues se destruye la ilusión: manteniéndose en sus cuartos hasta que sea hora de que salgan a cumplir con su papel en la escena.
  • Art. 20.- Las presentaciones sobre materias sagradas aprobadas por el Censor, sólo podrán ejecutarse en las tardes de los días festivos y los directores de verso no pondrán en la lista mensual ninguna comedia, tragedia o drama, que siendo nuevo en el teatro no se haya presentado el censor que el gobierno señale, y obteniendo la licencia correspondiente.
  • Art. 21.- Habiéndose tomado antiguamente por mandato de la superioridad la providencia de poner por todo el frente del tablado, una tabla de una altura de una tercia, con el objeto de embarazar por este medio que se registren por el público, los piéceses de la actrices al tiempo que estén representando, substituirá por este medio,
  • Art. 25.- Los concurrentes al teatro se quitarán el sombrero desde su entrada en él: no fumarán ni arrojarán de los palcos y cazuelas ninguna clase de inmundicia al patio y tablado, sujetándose a la reconvención que en semejante caso le hará el centinela, pues no es justo que por capricho o falta de educación, se moleste a los demás espectadores. También se prohibe a los concurrentes, la conversación en tono alto durante la representación, por ser un obstáculo para gustar de ella, y porque no es justo incomodar a los que asisten en solicitud de esta distracción.
Los teatros que funcionaban eran modestos, así que a mediados del siglo XIX vieron que era necesario que una ciudad como Guadalajara, contara con un escenario "digno", hubo varios intentos para la construcción de un teatro para la ciudad entre los años de 1821 a 1855; pero las constantes agitaciones políticas o la pobreza del erario, no permitieron la ejecución del proyecto. Para no hacer largas, después de varias propuestas Santos Degollado expidió un decreto el 12 de diciembre de 1855, para la erección del teatro "digno" para la ciudad, el Teatro Degollado.


 


 
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