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La
Esclavitud
La esclavitud duró, en estas tierras, cerca de tres siglos,
etapa obscura y vergonzosa que se vivió no sólo en Guadalajara,
sino que en muchas partes del mundo. El 29 de noviembre de 1810, en el
Palacio de Gobierno de esta ciudad, Miguel Hidalgo emitió el bando
de abolición de la esclavitud. México fue la primera nación
de esta liberación.
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Europa seguía con la esclavitud a pesar de haber proclamado en
la Revolución Francesa, la libertad y los derechos del hombre. Inglaterra
abolió la esclavitud en 1834, Francia en 1848, Portugal en 1856
y Holanda en 1860, quienes eran las naciones que más lucraban con
este vergonzoso comercio.
En los Estados Unidos con la derrota de los confederados en la Guerra de
Secesión en 1865, se liberó a los negros de Louisiana y Texas.
Brasil compraba 100 mil africanos anualmente para el cultivo de sus plantaciones,
Importación que se suprimió en 1886; así como lo hizo
España en Cuba ocho años atrás. Leopoldo l. Orendáin,
nos dice que: "Negocio pingüe era ese tráfico que databa
de tiempo inmemorial, que, por cruel e infamante, parece inconcebible como
pudieron practicarlo pueblos que se tildaban de cristianos, y más
aún, darte apariencia legal en épocas relativamente cercanas".
En lo referente a estos lugares, el doctor Chávez Hayhoe nos informa
que: "Existieron esclavos desde muy a los principios", fundándose
en una mención que halló de 1550. ¡lmagínense!
A sólo ocho años de fundada la actual Guadalajara.
El obispo Alonso de la Mota y Escobar, calculaba que en sus tiempos
(1598-1607) había 500 esclavos mulatos y negros, es decir, "había
más servidores que servidos"; eran negros criollos, ladinos,
de la tierra de Brian, de Terranova, indios y mestizos. Muchos de estos
negros se fugaban y se escondían en otras tierras o se subían
a los cerros, donde se dedicaban a robar lo primero que encontraban, también
estaban unos más atrevidos que también tomaron como oficio
robar, pero éstos se escondían en las cañadas esperando
a los viajeros para asaltarlos; los negros huían porque ya estaban
hartos de palos y malos tratos, y de esta forma aminoraban en mucho sus
males, la desdicha y la mala suerte de ser esclavos.
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Los esclavos estaban catalogados no como humanos sino como un objeto,
en un viaje inventario se lee: "Carta de venta que otorgó Melchor
de Brito, vecino de las minas del Espíritu Santo, a favor de dicho
Pedro Narváez de diez y seis piezas de esclavos que le vendió".
Eso de mencionar a los esclavos por piezas, era lo mismo que señalar
mercancía, bultos, barriles, animales, etc. "Las cartas de
venta quedaban sujetas al capricho del dueño del esclavo, por lo
que ve a su precio, con ponerlo alto, dificultaban la operación.
En los portales de la plaza pública, donde hoy está el Teatro
Degollado y en la Plaza Mayor o Plaza de Armas, era donde periódicamente
se acostumbraba hacer la venta de Esclavos, algo así como una subasta
pública. |
Los vendedores les decían a la gente en voz alta los defectos
y virtudes de cada esclavo para que después de la compra no alegaran
de que no se les avisó, también informaban a los compradores
de "sus enfermedades públicas y secretas, encubiertas y descubiertas",
se decía la edad aproximada, sus señas y sus defectos: zambo,
bisojo, tuerto, "cuatro dedos", cojos, mancos, etc. Estos defectos
no eran nada raros, dado a la dura vida que llegaban los esclavos. Orendáin
apuntó que los esclavos "estaban catalogados dentro de la categoría
de los bienes muebles, ligados a las fincas rústicas, a las minas,
hospitales, monasterios, establecimientos públicos, civiles o religiosos,
y al servicio del rey, ya fuere en mar o tierra, siempre que los cautivos
fueran útiles, pues en caso contrario, se deshacían de ellos,
o les cortaban la cabeza, camino expedito y aprobado". Hayhoe cuenta
que "fueron los esclavos de mucha estima y alto precio, pues algunos
de ellos lograron valer hasta $ 600 de oro, o sea, el mismo valor que tenía
una casa habitación... en vista de esto, los dueños de los
Esclavos procuraban que, el señorío dominio de ellos no saliese
de la familia". Pero al paso del tiempo por el tanto tráfico
de esclavos su valor fue bajando; en el siglo XVI se pagaba por un negro
$ 600 de oro y de minas y ya finalizando el siglo XVIII, los negros costaban
entre $ 200 y $ 300.
Algunas veces, al morir un dueño de esclavos, ordenaba que se
les pusiera en libertad, ya sea por sus buenos servicios o para tener la
conciencia limpia; también había esclavos que procuraban
su rescate, en el Archivo Municipal se conservan más de 1,200 expedientes
de juicios seguidos ante los jueces de la provincia, que son de esclavos
pidiendo que se les conceda comprar su libertad a precios más bajos
de los que pedían sus dueños.
En las leyes de Indias se puede leer algo sobre la autoliberación:
"Ordenamos a nuestras Reales Audiencias, que si algún negro
o negra, tenidos por esclavos, proclamaran su libertad, los oigan y hagan
justicia, y provean que por eso no sean mal tratados por sus amos".
A pesar de esto, a los negros les prohibían reunirse en grupos de
más de cuatro, tener cualquier tipo de armas, cuchillo o un bastón
de madera cuyo diámetro o largo pudiera causar daño si golpearan
con él.
Tenían que conseguir el consentimiento del amo para casarse,
sus relaciones sexuales estaban "reguladas por el ordinario en cuanto
a tiempo y asiduidad", si tenían hijos, pertenecían
aI dueño de la mujer esclava. Para colmo de males, todo se les prohibía
y si alguno osaba no obedecer alguna ley, se puede leer en el libro No.
2 de la Leyes de Recopilación del auto IV que: "Ninguna persona
tenga esclavo que no sea bautizado y los que lo fueran, no pueden andar
en anocheciendo, sino con sus amos, o con su licencia, con persona de su
casa, y el alguacil que los prendiera después de anocheciendo, por
la primera vez se le den cincuenta azotes en la cárcel al esclavo;
y por la segunda, se le den al alguacil mil maravedis y al esclavo sesenta
azotes; por la tercera vez, se le den al dicho alguacil mil quinientos
maravedis y al esclavo cien azotes públicamente; y sea desterrado
y no suelto de la cárcel, hasta que la persona cuyo fuese dicho
esclavo, pague la dicha pena pecuniaria y a su costa se le dé de
comer". Cuando Miguel Hidalgo abolió la esclavitud no fue aplaudido
ni comprendido, se le acusó de haber "perjudicado a los amos
sin distinción de criollo ni de gachupín", así
como de no señalar indemnización a los dueños.
Hidalgo apuntó "que siendo como los clamores de la naturaleza,
el vender a los hombres, quedan abolidas las leyes de la esclavitud no
sólo en cuanto al tráfico o comercio que se hacía
de ellos, sino también por lo relativo a las adquisiciones... deberán
los amos, sean americanos o europeos, darles libertad dentro del término
de 10 días, so pena de muerte, que por la inobservancia de este
artículo se les aplicará". El 6 de diciembre reafirmó
la orden de dar libertad a los esclavos, un día antes emitió
la disposición agraria ordenando devolver las tierras a los pueblos
indígenas: "...Se entreguen a los referidos naturales las tierras
para su cultivo, sin que para lo sucesivo puedan arrendarse, pues es mi
voluntad que su goce sea únicamente de los naturales en sus respectivos
pueblos".
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