El Hospital de San Miguel fue el segundo nosocomio que hubo en Guadalajara,
fundado entre los años de 1581 a 1589. Tomó ese nombre por
que estuvo situado a un lado de la catedral vieja, dedicada a San Miguel
Arcángel. Sor María Dolores de las Llagas, en su "Historia
del Convento de Santa María de Gracia", nos cuenta del sitio
de este lugar : "...estaba en donde fue el dormitorio de nuestra enfermería,
parte de nuestro convento ; y hoy es el zaguán y dos piezas del
Liceo de Niñas que pasó al Gobierno Civil, cuando la ley
de Nacionalización de Bienes Eclesiásticos".
El hospital duró muy poco en ese lugar, pues resulta que las
monjas de Santa María de Gracia, que en ese entonces tenía
su convento en donde hoy se encuentra el Mercado Corona, solicitaron cambiar
su terreno por el del hospital ; así que el hospital cambió
e lugar donde hoy está el dicho mercado, durando en ese predio cerca
de dos siglos.
El señor Mota y Escobar nos dice como era ese hospital a principios
del siglo XVII : "Hay, además, un hospital donde se curan enfermos,
fundado de bienes decimales de la catedral, cuya vocación es de
San Miguel, sujeto al obispo y al cabildo ; su renta es un noveno y medio
de diezmos conforme a erección, que monta a más de tres mil
pesos ; curanse aquí enfermos de pulso, y admítase todo genero
de gente ; tiene médico, botica, barbero y capellán con salarios
del mismo hospital. Tiene más de veinte camas en día de hoy,
y con ropa, y cinco negros y negras esclavos del hospital, que curan y
sirven a los enfermos". Arturo Chávez Hayhoe nos narra que
: "En aquel tiempo (siglo XVII) el obispispado de Guadalajara era
extenso, los diezmos cuantiosos, y por lo tanto las entradas al hospital
muy capaces ; el subsidio dado era suficiente para cubrir muy ampliamente
los gastos y aún sobraba algo que se empleó en socorrer a
las necesidades de las monjas de Santa María de Gracia, y en ayudar
a los jesuitas en su fundación y en algunas otras obras pías.
Poco tiempo duró esta Bonanza, pues en 1620 se erigió
el obispado de la Nueva Vizcaya (Durango) segregándose del de Guadalajara,
y los diezmos disminuyeron y la ayuda dada la hospital se redujo ; y a
tal grado llegó la escasez y penuria que en 1647 proponía
del obispo Colmenero al rey que "se refundieran los dos hospitales
(el de San Miguel y el de la Santa Veracruz) para que de ambos se hiciera
uno bueno". La idea del prelado no se llevó a cabo y cada hospital
siguió con su historia. Al paso del tiempo, el inmueble estaba ya
en muy malas condiciones por no decir arruinado, así que "para
remediar tanto mal y evitara el desastre y completa ruina se opto por traer
a los religiosos beletmíticos...".
El historiador Alberto Santoscoy nos dice que : "El Cabildo, Justicia
y Regimiento de la nobilísima y muy leal ciudad en noviembre de
1701 se dirigió a la Audiencia, suplicándole que informara
al Rey...fundaran casa y convento en dicha ciudad (Guadalajara), encargándosele
y dejándosele al Hospital Real de San Miguel de ella, para que cuidasen
y sirviesen...". Fue hasta el 19 de septiembre de 1706, cuando se
le dio a los betlemitas formal posesión del hospital ; con mucho
trabajo y sacrificio los religiosos siguieron con la asistencia de los
pacientes, notamos que a mediados del siglo XVIII ya "contaba con
cinco enfermerías, dos para mujeres –las cuales eran cuidadas inmediatamente
por personas de su sexo, que disfrutaban sueldo por ese trabajo-, y las
salas restantes destinadas a hombres".
Santoscoy nos informa que "habiendo habido una epidemia de sarampión
el año de 1747, la cual hizo en la provincia muchos estragos aunque
se aposentaron allí (en el hospital) ciento cincuenta pacientes,
no fue sin que no quedara en ellas campos por donde andar, pues además
de estar ocupadas todas las camas, entre lecho y lecho había hasta
cuatro o cinco personas tumbadas en el suelo y en la medianía de
las salas y en las crujías y pasadizos ; y hasta tuvo que providenciar
al presidente D. Fermín de Echevers y Subiza, que no se recibiera
ya por entonces en aquel asilo más enfermos".
Durante los años de 1785 y 1786 el hambre y la peste atacaron
a todo el país (a esta epidemia se le conoció como la bola),
los hospitales de San Miguel y de la Santa Veracruz fueron insuficientes
para atender al gran número de enfermos. Eran los tiempos del obispo
Fray Antonio Alcalde. Mariano San José Diez apunta que : "Condolido
profundamente Fr. Antonio Alcalde por tantos males causados por la peste
de 1786 y más apenado por la falta de recursos sanitarios para evitarlos,
pensó remediarlos con una generosidad admirable y propuso al Sr.
Presidente de la Real Audiencia de Guadalajara, Sr. Sánchez Pareja,
construir a sus expensas y sin perjuicios del real patronato un nuevo Hospital
extramuros de la ciudad, más sólido y más amplio que
el actual, capaz de alojar cómodamente mas de mil enfermos de ambos
sexos. Terminada la construcción, el 3 de mayo de 1793, tuvo lugar
la traslación del antiguo hospital al nuevo ; hospital que costó
doscientos setenta y cinco mil setenta y ocho pesos, cantidad que pago
en su totalidad Fr. Antonio Alcalde. Nosocomio que continúa funcionando
actualmente, llamado Hospital Civil (viejo).
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