Cuenta la conseja, que un padre de familia tuvo la necesidad de salir
de la ciudad rumbo a la costa, pues tenía que arreglar asuntos y
papeleos de una propiedad de él por esos lugares; hizo su equipaje,
checó que el agua y comida estuvieran en su lugar y partió
al canto de los gallos.
Resulta que antes de llegar a su destino fue asesinado en una emboscada;
esto no era extraño, pues era el pan de cada día en ese tiempo,
los asaltos y muertes de los viajeros por manos de los bandoleros para
quitarles su dinero y pertenencias.
La leyenda nos dice este padre de familia, que probablemente murió
cuando empezaba a oscurecer, llegó a su casa mientras su esposa
y sus hijos dormían, tocó en la puerta de la recámara
de una de sus hijas, que tal vez era la mayor, y cuando ella despertó
le hizo señas para que lo siguiera en silenco.
Se diri¡gió a su escritorio y le dijo que iba a emprender
un largo viaje, le dio encargos para su madre y le enseñó
un compartimiento secreto que tenía su escritorio, donde guardaba
una muy buena cantidad de monedas de oro, para que se las entregara a su
mamá.
Al día siguiente, cuando aparecían los primeros rayos
del sol, llegó la mala noticia del fallecimiento del jefe de familia,
pero lo más increíble fue, cuando la hija contó el
fabuloso suceso de la plática que tuvo con el ánima de su
padre esa noche.
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