Fiel Hasta La Muerte


Como a cuatro o cinco cuadras al noreste de catedral, estuvo una enorme casa con una fachada tan hermosa, que fue la admiración por mucho tiempo entre los tapatíos; el dueño de esta finca era un rico español, quien pasaba largas temporadas en España.

Decían que esta persona guardaba sus muchas riquezas en arcones de fierro macizo, pero como casi nunca estaba en la ciudad, el tesoro era custodiado por un fiel mayordomo cien por ciento al servicio del español.

Este viejo criado sabía de la gran responsabilidad que tenía, así que prácticamente se enclaustró sin salir jamás de la casa; los vecinos comentaban que vestía como un carcelero, que su cara era huraña y recelosa, y que desconfiaba aún de su propia sombra.

Todas las mañanas, se acercaba a la casona una humilde mujer vestida de negro y le entregaba al mayordomo alimentos para ese día; nadie se atrevía a pasar frente a la puerta y los curiosos nuca supieron el nombre del criado, solo decían que estaba calvo.

Pasó el tiempo y el rico español murió en una de sus fincas de campo y dejó como único y universal heredero de su inmensa fortuna a su fiel mayordomo, quien misteriosamente anocheció y no amaneció en Guadalajara, dejando abandonada y cerrada la casa donde había envejecido.

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