A finales de los 30´s, en donde hoy está la fuente-glorieta
de la Minerva, eran llanos sembrados de maíz donde solo se vislumbrara
la carretera Panamericana ; la México-Guadalajara y la de Barra
de Navidad-Guadalajara. Los únicos edificios construidos era el
Observatorio Meteorológico, el club Campestre o Country Club y muy
pocas residencias de los tapatíos que buscaban soledad y silencio.
El único medio de transporte que llegaba hasta ese lugar tan apartado,
era un tranvía, que era casi exclusivo para el servicio de los socios
del club. Ahí se levantaba un monumento a los viajeros que llegaban
a esta Perla Tapatía, era un arco de estructura de fierro armado
y adornado con el escudo de la ciudad ; en pie de sus columnas había
unos artísticos arbotantes de cemento armado y adornaba en su parte
superior faroles muy al estilo colonial. En su parte céntrica se
leía "Guadalajara" y en todo este conjunto relucían
una hermosas jardineras adornadas con azulejos de Tlaquepaque, el autor
de este monumento fue el ingeniero y arquitecto Aurelio Aceves.
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