Apuntes sobre la Música




El arte de la música en Jalisco, como en casi todo el territorio, comenzó, según nos dice el erudito Gabriel Saldívar, tocando "cráneos acústicos, usados en distintas formas como cajas de percusión; flautas hechas de fémures; raspadores de omóplatos y de calaveras; lo que daba un carácter harto sombrío a esa música lejana". Hay noticias de que en Cocollán (Cocula) utilizaban como instrumentos musicales un pito (silbato de sonido agudo y variaba) y la caja (tambor rudimentario); con los cuales más tarde formaron el conjunto llamado "chirimía". Al tiempo y al paso de los grupos toltecas por esa región, adoptaron otros instrumentos musicales como las flautas (hechas de caña y de huesos de venado), caracoles marinos que usaban aparte como bovinas, el huéhuetl y el teponaztli.
Eran también de uso común entre los indígenas las sonajas y cascabeles, fabricados en varias formas y de diversos materiales, que rellenaban con semillas; la música en los pueblos autóctonos de la América precortesiana (especialmente las flautas), era preponderantemente pentáfona, es decir, con cinco tonos o sonidos. Al llegar los conquistadores y los frailes franciscanos, estos últimos utilizaron el canto como penetración evangelizadora de la Nueva Galicia; aquí se mezclaron los instrumentos musicales nativos con los que traían los españoles, creando una nueva música. José María Muriá nos informa que: "Los mismos que en la plástica, el neoclasicismo musical acabaría penetrando en los altos estratos jaliscienses gracias a la propensión europeizante de éstos. De tal suerte, también en este caso, mientras la alcurnia local repudiaba "por bárbaras y salvajes" a las expresiones musicales procedentes de su propia tradición, poco a poco se iba compenetrando, afanosa de "cultivarse", de los grandes de la música europea, autores que nada significaban para el común de la gente y, por lo tanto, muy poco les interesaron.

En realidad, las obras de los "grandes maestros" continuaría a lo largo de la segunda mitad de la centuria pasada, siendo patrimonio exclusivo de las altas esferas sociales que las cultivaban, casi únicamente en Guadalajara, mediante conciertos formales y veladas improvisadas". En las famosas serenatas que se daban en la Plaza de Armas, era común escuchar polcas, marchas, mazurkas, valses, etc. Lo que sí atraía mucho al público tapatío era la ópera, la opereta y la zarzuela, "quizá por el jugo escénico de sus representaciones". Desde 1830, visitaban muy seguido a esta ciudad, varias compañías italianas ofreciendo funciones de ópera; estas compañías fueron incorporadas a cantantes locales para bajar sus costos, llegó el momento en que se integraron grupos cien por ciento nacionales. En esa época, a lo referente a la música, el canto o la ejecución de algún instrumento a través de escuelas o de instituciones especializadas, fue casi nulo; en el Liceo de Niñas se preparaba a las pupilas para dar "al público brillante testimonio de la agilidad de sus órganos vocales, haciendo gorgoritos y calderones" en las fiestas de finales de curso.

También en las Escuelas de Artes y Oficios se formó con los estudiantes una banda de música; hay que hacer notar que existieron varios músicos profesionales que daban clases particulares, para adquirir algunos ingresos que no les caían nada mal. En 1828 nació en Ayo el Chicho (hoy Ayotlán), el destacado músico Clemente Aguirre (autor de Ecos de México), quien fue maestro de la Escuela de Artes y Oficios, y construyó la Banda de Música del Estado que él mismo dirigió; en 1867, organizó la primera Sociedad Filarmónica Jalisciense (murió en 1900). Pasando la mitad del siglo pasado, Fernando Navarro organizó la famosa estudiantina jalisciense, como por el año de 1892 se formó la estudiantina de señoritas, las cuales '"tocaban piezas de baile de las que estaban de moda en aquel tiempo, naturalmente sin faltar Sobre las olas, Te volví a ver, La Zarina, mazurca, algunos vals de Strauss y otras muchas. Cambiando un poquito el tema, déjenme les cuento algo de la historia de la Escuela de Música de la Universidad de Guadalajara.

Esta actual Escuela de Música comienza allá por el año de 1940, pues fue la fecha en que se estableció la Escuela de Bellas Artes y tenía como directora a la cantante Ada Moor. Esta escuela enseñaba las artes plásticas y musicales, estaba instalada en un local allá por Hidalgo y Pino Suárez, donde actualmente está la plaza de la Liberación. Al tiempo se le nombró director al profesor Arturo Rivas Sáinz, en 1944 lo sucedió en el puesto el profesor Trinidad Tovar, periodo en que por vez primera se introdujeron las clases de música. En dichas clases impartían las cátedras de instrumentos de arco, solfeo, piano, armonía y teoría musical, los profesores Trinidad Tovar, Nicolás Talancón, Isabel Ocampo, Antonio Leaño, Teresa Michel y Tomás Escobedo, respectivamente.

En los tiempos del Rector de la Universidad de Guadalajara, Luis Farha, se le nombró como director de la Facultad de Bellas Artes al Lic. José Guadalupe Zuno, quien trasladó la Escuela al Museo del Estado. En ese tiempo, la función administrativa de la escuela dependió de la Universidad. Por una propuesta de Zuno, la escuela se transformó en Facultad de Bellas Artes y a la sección de enseñanza musical, se le dio la categoría de Conservatorio de Música; cuando fue rector el ingeniero Jorge Matute Remus, se separó de la Facultad de Bellas Artes la Escuela de Música. El 16 de febrero de 1952 se le nombró director al maestro Abel Eisemberg, quien era el director titular de la Orquesta Sinfónica de Guadalajara. El primero de julio de 1954, se trasladó el Conservatorio de su antiguo local (Pavo 162) a la calle de Liceo 139, en 1955 se le nombró director al maestro Domingo Lobato Bañales, puesto que ocupó hasta 1973; en ese periodo se transformó la estructura pedagógica de la escuela con un nuevo plan de estudios, que englobaba las carreras de Maestro en la Enseñanza de Canto y Maestro en la Enseñanza de Instrumento.

Después se subdividieron estas carreras en dos partes: instructor de música y profesional en la enseñanza de canto o instrumento. En 1962, la escuela cambió de domicilio a Pedro Moreno 975, en 1974 ocupó la dirección el maestro Hermilio Hernández López; en 1977, le sucede el cargo el profesor Miguel Villaseñor García y en 1980, fue director el profesor Héctor Naranjo Gascón. En octubre de 1980, la Escuela de Música ocupa el antiguo claustro de los agustinos (donde está hoy), restaurado por Gonzalo Villa (Pedro Moreno 191). Se designó como director, en agosto de 1981, al profesor Francisco Orozco López, en mayo de 1983 le tocó el turno a Francisco Javier Hernández Vázquez, en el periodo 1986-87 estuvo Martha Cristina Delgadillo Magaña; en 1989, Elena Camarena de la Mora y desde 1993, la actual directora María Enriqueta Morales de la Mora.


 


 
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