La Plaza de la Universidad

Esta plazuela era conocida hace muy poco tiempo como la "Plaza de las Sombrillas", porque en uno de sus extremos de la hoy Biblioteca Iberoamericana, se encontraba una nevería y fuente de sodas al aire libre, la cual la atendía Carlos González y para proteger a sus muchos clientes de las inclemencias del clima, instalaron unas enormes sombrillas de color amarillo que cubrían las mesas y las sillas.

Este lugar era preferido de turistas que agotados por las largas caminatas por el centro histórico de la ciudad, llegaban a refrescarse y a descansar un poco charlando y comentando lo que habían visto. Lugar también predilecto de boleros, Marías, marimberos y de las personas que vendían sus manzanas con caramelo.

En la Guadalajara colonial le servía de antesala al Colegio de Santo Tomás de Aquino, asesorado por los padres de la compañía de Jesús, los cuales se encargaban de impartir la enseñanza superior a los tapatíos de la época, a los que venían a estudiar de algún sitio fuera de la ciudad, encontraban asilo en sus aulas. A todo lo largo del siglo XVII, en esta sala se vendía carne, leche, aves, frutas, legumbres y hasta ganado en pie. Cuando fueron expulsados los jesuitas, el colegio quedó completamente abandonado por mucho tiempo.

Hasta que se pensó utilizar este lugar como sede de la Universidad, se hicieron reparaciones con una inversión "de no más de mil pesos", que aportaría el Ayuntamiento y algo más de veinte mil pesos que donó Fray Antonio Alcalde; la restauración del edificio incluyó también a la plazuela, la cual recuperó su hermosura que según contaban por ahí a la fundación de la Universidad, tenía una hermosa plazuela al frente que le proporcionaba comodidad a los concurrentes a la Universidad "quedando ésta con el aspecto público a que es acreedora una igual fábrica y que sin embarazo del tránsito puede ponerse cadena, señal de Real".

Durante la segunda mitad del siglo pasado, esta plaza fue lugar codiciado por las cenadurías, las carpas de títeres y los circos; en 1880 la plaza tuvo una transformación, aquí estaba una de las nueve fuentes públicas que había en la ciudad, aquí llegaban los caminantes para darle de beber a sus animales y los vecinos llevaban este líquido para sus casas; era una de las fuentes más frecuentadas por su céntrica ubicación.

En la esquina norponiente de Colón y Pedro Moreno estaba el Hotel Independencia, en donde se encontraba la terminal de las diligencias Guadalajara-México. En el portal que está frente a esta plazuela, se encontraba una de las boneterías más famosas en aquel tiempo "El Piano de Cola", fundada en 1862, primero fue propiedad de Kunhardt y Rose, aquí se vendían telas de lana, seda, lino y algodón, así como paraguas, sombrillas, sombreros para señoras, capotes de hule, sedas, hilos, etc. Ixca Farías en sus "Casos y Cosas de mis tiempos" nos da una pequeña descripción de cómo estaba esta plazuela en sus tiempos, "alineadas con las calles estaban sus tres banquetas, seguidas de dos escalones para subir a la plazuela que estaba empedrada; su frente de piedra con dos escalones y sus naranjos alrededor.

En esta plazuela se veían puestecitos de fritangas; la fachada de la Universidad conservaba su aspecto colonial, un gran portón con su puerta de mezquite remachada con clavos y rosetones; en lugar de balcones tenía pequeñas ventanas". Para 1885, la fuente pública fue cambiada por dos muy pequeñas fuentes de una sola pieza de hierro fundido y rodeadas de prados, ahora su función ya no era de abastecer de agua a los habitantes, sino que era puramente ornamental; esto sucedió porque el gobernador Tolentino instala cincuenta y cinco hidrantes de fierro, que eran menos hermosos pero más funcionales, en diferentes sitios claves de la ciudad. Estas dos fuentecitas desaparecieron cuando quitaron el jardín para convertirlo en estacionamiento (el primero en la República); en el gobierno de Margarito Ramírez, se pensó levantar un monumento al general Alvaro Obregón, que no se construyó.

Un tiempo después se le colocó una placa conmemorativa rodeada con postes y cadenas, la cual era vigilada en las noches por un policía con linterna para que la respetaran; posteriormente se le dio una ligera arreglada y se le puso un monumento con datos sobre la ciudad, habitantes, altura, latitud, etc. En el tiempo del presidente municipal Francisco Medina Ascencio, se remodeló esta plaza como la vemos actualmente, con sus fuentes gemelas diseñadas por el arquitecto Eric Coufal y colocadas en ambos extremos de la plaza.

Después de poco tiempo la calle y la zona la hicieron peatonal, estuvo cercada aproximadamente la mitad de ella, por las excavaciones de la línea dos del tren ligero que llegaron a este lugar en marzo de 1992; en la parte interna de este lugar va a estar una de las estaciones de dicho tren. Un año antes se inauguró la Biblioteca Iberoamericana de México "Octavio Paz" y se le colocó un prisma cuadrangular forrado de mármol gris, cerca de la calle Pedro Moreno, donde están grabados los nombres de los presidentes que participaron en la primera Cumbre Iberoamericana que se efectuó en esta ciudad, así como el nombre de varios invitados especiales (19/jul/1991).



 


 
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