El Templo del Pilar

Cuando Guadalajara comenzó a crecer rumbo al suroeste, fue necesaria la construcción de una capilla o templo para la asistencia religiosa de la gente de esas nuevas manzanas; así que el obispo de la ciudad Fray Manuel de Mimbela decidió la erección inmediata de un templo dedicado a Ntra. Sra. del Pilar y le encomendó la construcción a Eusebio Antonio de Riaza, párroco del Sagrario.

Se colocó la primera piedra el 12 de octubre de 1718, por el mismo Sr. Mimbela con la asistencia de los provinciales de San Francisco, Santo Domingo y San Agustín.

En la ceremonia predicó el canónigo licenciado Sebastián Feijó y Centellas y apadrinaron la ceremonia los españoles residentes en la ciudad. Económica y sencilla resultó la construcción del nuevo templo, puesto que se llevó al cabo a base de muros lisos y techos de terrado sostenidos con vigas de madera.
Al finalizar la edificación en 1720, la iglesia quedó constituida como "ayuda de la Parroquia del Sagrario", en el barrio se le fue llamando simplemente "parroquia", de ahí el nombre de la calle frente a la iglesia que por muchos años se llamó "De Parroquia", ahora denominada Enrique González Martínez. La iglesia tenía al frente una pequeña plaza o atrio con un jardín, así como lo hace notar una pequeña placa colocada al lado sur de la entrada del actual templo, que dice: "Aquí la plaza de la parroquia en la época virreinal, desaparecida al ser ampliado y reconstruido este templo". No llegó a los dos siglos de vida el templo primitivo. El presbítero Juan Jacobo Caldera, vicario encargado del Pilar, se propuso levantar una nueva y mejor iglesia y le encargó el proyecto a los ingenieros Juan Gómez Ibarra y Manuel Pérez Gómez; así que la nueva construcción fue solamente dedicada al 6 de octubre de 1882 por el arzobispo de Guadalajara, Pedro Loza y Pardavé; se le techó con bóvedas y se le puso el pórtico que tiene, junto con un pequeño vestíbulo a manera de atrio.

Tres años después, el señor Loza y Pardavé nombró como nuevo vicario del Pilar, al padre Andrés Cárdenas como sucesor del Padre Caldera. El padre Caldera mandó estucar los altares, construyó el bautisterio, reedificó la capilla anexa de San Nicolás de Bari, también edificó la capilla del Sagrado Corazón, hizo un nuevo altar a Nuestra Señora de Guadalupe y colocó en la torrecilla cuatro nuevas campanas.
Uno de los sucesores del padre Cárdenas, el padre Francisco de la Peña, quitó varios altares hechos por Caldera y adornó el interior con una decoración sobria y decente. Al paso del tiempo, se reformó la decoración; el ingeniero Ignacio Díaz Morales dotó al templo de una magnífica pintura al óleo y de buenos cuadros murales, restauró la capilla lateral de María Reparadora y decoró la capilla del Sagrado Corazón; también se arregló y decoró la sacristía. bajo la dirección del ingeniero Luis Ugarte y con la aprobación de la Dirección de Bienes Nacionales fue rediseñado el primitivo pórtico del templo, recubierto de cantera y enriquecido con las estatuas de la Virgen del Pilar, de San Joaquín y de Santa Ana.
Hubo en este templo un órgano que fue de la Catedral y era conocido por los tapatíos de la época con el nombre de "El Nopalito"; por su color verde y con el paso del tiempo fue reformado radicalmente.
Este órgano fue substituido por el eléctrico, adquirido en México por el padre José Ma. Uribe. El 24 de agosto de 1931 hubo un atentado contra la Virgen de Zapopan cuando llegó a la Parroquia del Pilar, se salvó la imagen gracias a los fieles; se conserva una placa en el muro del templo, donde se recuerda este atentado.
Este hermoso templo luce un agradable frontispicio dividido en tres partes; la inferior formada por dos columnas y dos pilastras con capiteles del orden dórico, que forman a su vez tres arcos de medio punto, los cuales sostienen un friso del mismo estilo arquitectónico.
La parte inferior es un pequeño vestíbulo con la puerta central del templo y las dos laterales: la de la capilla de María Reparadora y la de la capilla de San Nicolás.
En la parte media del frontispicio hay tres hornacinas con sus pilastras y capiteles del orden jónico que sostienen sus respectivos arcos de medio punto; en cada hornacina están las estatuas mencionadas anteriormente.

En la parte superior de este frontispicio se encuentra un frontón clásico, formado por cuatro pilastras del orden corintio con tres arcos de medio punto; en dos de esos arcos están dos campanas. Al final de estos arcos está un ático en forma de tímpano agudo, en el cual se encuentra el monograma de María. El interior del templo es de una sola nave con cinco bóvedas de media naranja con aristas de cantera; al fondo hay un abside con una media bóveda más elevada y con un tragaluz para el presbiterio.
Tiene cuatro altares laterales dedicados a San José, a la Virgen del Refugio, a Nuestra Señora de Guadalupe y por último a María Auxiliadora y a San Juan Bosco.
El altar mayor es de mármol de Carrara de cierto aspecto gótico, albergando la imagen de la Virgen del Pilar. Así que mi querido lector no vacile en conocer este templo, que a pesar de sus reducidas dimensiones ostenta una gran magnificencia y belleza.



 


 
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